lunes, 18 de julio de 2011

Mal del Naco

Por Ser Supremo (Geniuss of Whisky)

Como me quedé dormida en la tarde, durante la noche no pude dormir, entonces me puse a jugar una chingadera que me recomendó un amigo. Es uno de esos juegos en primera persona, tiene buenos gráficos y al parecer una buena historia. Hasta donde llegué, trata de un wey que lo sacan de la cárcel y va siguiendo a unos guardias medievales; pero yo no los seguí porque me extravié en el camino y no pude hacer otra cosa más que matar ratas en el calabozo y despojar a los esqueletos de sus pertenencias.

Pero resulta que como estoy acostumbrada a los jueguitos como Age of Empires o Warcraft, donde solamente utilizas el mouse y la letra "A" para atacar; y este juego es mucho más complejo, pues tienes que utilizar casi todo el teclado para moverte y el mouse para dirigir la pantalla, más otras teclas para sacar los hechizos; entonces me maree asquerosamente —mal del naco— porque me atacaban por todos lados y necesitaba rotar la pantalla rápidamente y muchas veces, una tarea demasiado complicada para mi cerebro versión 1.0.

O sea, ¡me maree con un puto juego en primera persona! ¿Lo pueden creer? Esto ya es el colmo. Me doy por vencida. La verdad hasta me siento agradecida con saber moverle al DVD. Y no es que sea una idiota, solo soy torpe; porque comprendo los principios básicos de los aparatos, pero tantos botones y conceptos me confunden y tardo en acostumbrarme.


La sensación es como cuando te pasaste demasiado con las copas y tienes tanto asco que solo quieres llegar a un inodoro, como si fuera un oasis en el desierto... pero quitándole la parte divertida donde te emborrachas. Hasta me puse el ventilador directamente para que se me quitara, pero no funciona, y ahora intento mitigarlo escribiendo, a ver si con suerte se me olvida.

Yo creo que la peor vez que me he mareado es aquella en que me tomé litros de vodka y terminé hasta la m#%&@ abrazando el retrete. La otra fue hace como un año en una isla cercana a Huatulco.

Aquél día me sentía asquerosamente mareada porque la noche anterior cené unos tacos que me cayeron mal. Por la mañana me tomé un café y, creyendo que se me había quitado el malestar, estúpidamente me fui a dar un paseo en lancha a lo largo de las playas. Ya se imaginarán el cuadro: una mujer con el estómago revuelto que se sube a un bote. En el trayecto, yo color verde, con mi cabeza y boca apuntando fuera de borda, alimentando a los peces. Cuando llegamos a la isla me eché al agua creyendo que aliviaría mi malestar un poco, pero el sabor de la sal en mis labios solo lo empeoró. Busqué una sombra cerca del palmeral, y cuando la encontré me lancé a la arena esperando la muerte o que un coco me cayera en la cabeza y me noqueara hasta que se me quitara el asco.

Afortunadamente horas después me recuperé y me fui a una muy buena fiesta con un grupo de turistas que conocí allí.

Pero ya me siento mejor. Gracias por sentarse en mi regazo mientras el Ser Supremo les contaba este impresionante cuento... y por cierto, ya no me recomienden ni madres de juegos, no voy a jugar nada más que el buscaminas.

1 comentario:

Botellita de jerez todo lo que digas sera alreves...