martes, 21 de agosto de 2012

Maneras para ser inmortal

Por Ser Supremo (Geniuss of Whisky)

Ya casi nunca tengo pesadillas porque he desarrollado una habilidad para saber, la mayor parte del tiempo, que estoy soñando. En el 80% de los casos tengo el control de mis sueños, y por muy horrendo que sea el escorpión gigante que me persigue, casi siempre logro escaparme. En el otro 20% los sueños son más realistas, y por ende, indistinguibles. Son aquellos sueños que se sienten físicamente verdaderos, incluso después de que nos despertamos. Hoy tuve una mezcla de ambos.

Soñé que estaba en una especie de instalación subterránea y que sucedían muchas cosas que no viene al caso detallar, porque son lo mismo que siempre cuento (balazos, peleas con cuchillos, persecuciones en lancha, etc, todo con fondo musical setentero). Lo extraordinario del sueño fue que un monje me disparaba un dardo y yo me desvanecía. Al abrir los ojos me encontraba en un quirófano. Estaba con el cuerpo agarrotado, sin poder mover más que los ojos, pero"consciente" de lo que sucedía. Veía a un grupo de científicos a mi alrededor y escuchaba que planeaban abrirme la tapa del cráneo.

Antes de que comenzaran la cirugía los escuchaba organizar las escisiones dibujadas sobre mi cráneo. Me puse nerviosa en el momento que escuche la sierra eléctrica, anticipando un dolor inimaginable; pero cuando comenzaron a cortar mi cráneo no sentía dolor, solo un cosquilleo agudo y muy molesto, como el que se produce cuando te están taladrando una muela anestesiada, mas nada insufrible. Una vez que removían la tapa de mi cráneo, escuchaba a los científicos decir que picarían algunas zonas de mi cerebro con un aparatito para analizar mis respuestas motrices. Ese aparatito puntiagudo generaba pulsiones que hacían que mi cerebro respondiera con órdenes específicas al resto de mi cuerpo, moviendo los músculos y tendones. Y eso fue lo que realmente me sacó de onda.

Pude ver los dedos de mis pies moverse sin que yo lo solicitara, por lo que me desperté de una sacudida y cagada del susto... lo cual me pareció ridículo y deprimente porque, ¿me asusto de que mis dedos se muevan involuntariamente, pero no de que me dispararon, me abrieron el coco con una sierra y me estuvieron picoteando el cerebro? ¿qué mierda pasa con mis valorizaciones instintivas del peligro? No tengo idea de cómo he sobrevivido todo este tiempo.

Total que me desperté y desafortunadamente ya no pude saber qué sucedía. Lo que sí puedo explicarme es por qué soñé eso (además de que estuve jugando Gears): me perturba la idea de dejar de existir para siempre y tener una prematura muerte teórica de la información.

Para quienes les da hueva leer, la muerte teórica de la información es el equivalente a perder todos los archivos dentro del disco duro de tu computadora (fotografías, canciones, documentos, pornografía infantil etc., cosas de las que no existe una copia), sin poder recuperarlos jamás con ninguna tecnología. Lo mismo sucede con nuestra memoria y personalidad. En teoría, mientras nuestra memoria y personalidad estén almacenadas en una estructura cerebral intacta o en su equivalente artificial, nosotros seguimos "vivos" aún estando clínicamente muertos.

—Ey, Ser Supremo, se me ocurrió una buena idea. ¿Qué tal un negocio donde mantengamos congeladas las estructuras cerebrales de la gente muerta hasta que tengamos la tecnología suficiente para revivirlos, y cobramos por ello?

¡Esa es una excelente idea, compa!... ¡si vives en 1970! A eso se le llama criónica, y hace 40 años que viene desarrollándose.

No, no es la cápsula de Dragon Ball donde los sayayines se recuperan de sus heridas, es una cámara de criopreservación real que contiene cuerpos congelados reales.
La única escena gay en Demolition Man es cuando congelan a Jhon Spartan.


Un amigo me comentó que él planea congelarse con Alcor, la empresa que se dedica a la preservación de humanos para su futura reanimación, y me sugirió que yo también lo hiciera (seguramente está en su programa de referidos el muy perro). La verdad es algo que me llama mucho la atención y que siempre he querido, pero no sé si lo haría aun cuando me fuera posible.

Por un lado sería fascinante ver el futuro y comprarme toda esa ropa color metálico (Ser Supremo es una fashionista extrema, siempre viste bien y a la moda), pero por otro lado no me gustaría ser considerada la persona más vieja del mundo y que todas las personas que me rodean hoy estén muertas en ese futuro. Además todos se burlarían de mí por no saber usar las tres conchas de los retretes del futuro.



Nadie quiere morirse, pero eventualmente todos moriremos. Incluso tú, chamaco imberbe que recién está descubriendo la pornografía, también te vas a morir.

Si analizamos la muerte desde un punto de vista netamente racional, depurado de toda fe y atribución antropomórfica, y sumando la hipótesis de que no somos más que información bioquímica, entonces, después de que morimos y esa información desaparece, ¡fum! todo se esfuma, se cierran las persianas y todo se torna negro para siempre. No hay nada más. Entonces viene la deducción más lógica que nadie quiere aceptar: venimos a este mundo solamente a perpetuar la especie.

Ahora bien, eso es una mierda. Desde ese punto de vista la vida es aburrida y aterrorizantemente simple. Por eso tratamos de darle un significado, forjarnos la idea de que venimos a cumplir una misión, ya sea rescatando el medio ambiente, peleando una guerra, aportando a la ciencia o simplemente buscando ser felices con otra persona; porque el haber tenido una vida feliz es algo significativo y suficiente para morir complacidos (¡y jódase quien me diga aprendiz de Paulo Coelho!).

Como yo lo veo, tenemos tres opciones para ser felices: 1) Buscar una función en el mundo que nos haga felices y cumplirla. 2) Considerar la posibilidad de la vida eterna después de la muerte. 3) Alcohol y/o drogas.

¿Cuál creen que yo eligiría?

¡Pff! A juzgar por estos últimos años se podría decir que ya elegí la tercera opción, ¡pero no! Yo elijo la dos. ¿Inesperado? Sí, porque no lo expliqué bien. Pero ahora lo haré:

Si muero en un día no lejano podría contar con la criónica para revivirme en el futuro y buscar una tecnología que me mantenga viva por tiempo indefinido o que pueda transferir la información dentro de mi cerebro a otra entidad (algún androide súper poderoso con propulsores atómicos). O bien, si muero y dejo algún legado que trascienda por los siglos, entonces también habré vivido eternamente. Aunque nunca jamás uno donde le diga al mundo que alguna vez existí, y que amé, y que odié, y que sufrí, y que tuve miedo, etc. ¡Eso sería patético! Además para eso es Twitter...¡zzzzziinnnnnnnnnnnng!

La felicidad se deriva de las expectativas propias. Juega este juego con los recursos que tienes y espera los resultados de acuerdo a tu desempeño; entonces serás tan feliz como un emotícono del messenger, hijo.

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